Actualmente el destino cuenta con siete hoteles especializados en este segmento de mercado y otros seis están adaptando sus instalaciones
Lloret de Mar está certificado como destino de turismo deportivo desde el año 2006 y cada año desde el sector público y privado se ha ido invirtiendo en la mejora de las instalaciones y la adaptación progresiva a cada una de las necesidades que las diferentes modalidades deportivas necesitan.
Uno de los deportes en los que Lloret de Mar está apostando más en los últimos tiempos es el cicloturismo, práctica con la que el destino ya tiene una larga vinculación como sede de eventos nacionales e internacionales como la Semana Catalana de Ciclismo, la Vuelta a Catalunya o la Vuelta a España y también como destino para estancias o concentraciones de grupos europeos, principalmente de los países del centro y el norte de Europa, que vienen atraídos por el atractivo de las rutas cicloturistas que ofrece la provincia de Girona.
La progresiva especialización de Lloret de Mar incluye la adaptación a las necesidades de estos usuarios en cuanto a alojamiento con servicios como pueden ser menús ricos en carbohidratos, aparcamientos específicos para poder colgar las bicicletas, herramientas para todo tipo de reparaciones, mangueras para su limpieza y servicio de mantenimiento, entre otros. Actualmente Lloret de Mar dispone de siete hoteles completamente adaptados y 6 hoteles más están en proceso de adaptación, lo que en palabras de Jordi Orobitg, concejal de Turismo, muestra el recorrido que tiene este deporte como negocio económico.
En cuanto a rutas de cicloturismo, se ha realizado un esfuerzo para promover rutas atractivas y seguras, con una buena señalización. De hecho, de las doce rutas presentadas en el plano de rutas cicloturistas de Catalunya, cinco salen de Lloret de Mar y una sexta pasa por dicha población durante su recorrido.
El estudio del Parlamento Europeo sobre cicloturismo ha cifrado que hay 2.300 millones de viajes cicloturistas en Europa, de los cuales 20,4 millones incluyen pernoctación. El impacto económico está cifrado en Europa en 44.000 millones de euros al año.