Pla de mitjans campanya de reposicionament de marca “Som molt de Lloret”
Archives
Pla de mitjans de campanya de promoció turística al mercat de proximitat – 2025
Pla de mitjans de campanya de promoció turística al mercat de proximitat – 2025
Pla de mitjans promoció turística mercat de proximitat – tardor 2024
Pla de mitjans promoció turística mercat de proximitat – tardor 2024

Reportatge a la revista digital descubrir.com de Christian Rojo. “5 RINCONES PARA DESCUBRIR LA OTRA CARA DE LLORET DE MAR”. Juliol de 2024.
Lloret de Mar no se llama así por casualidad. Esta localidad que da la bienvenida la Costa Brava siempre ha tenido una relación muy especial con el manto azul. Primero como puerto fundamental en las rutas comerciales por el Mediterráneo, luego como punto de partida a las expediciones que se aventuraban a las Américas y, ya en el último siglo, como uno de los primeros destinos españoles que supieron ver que el mar y esos paisajes salvajes de la Costa Brava eran un valioso recurso que el mundo debía conocer. Hoy en día, cerca de un millón y medio de turistas visitan Lloret de Mar cada año, convirtiendo a esta pequeña localidad gerundense en uno de los principales destinos turísticos de nuestro país. Pero más allá de su gran playa urbana, las decenas de hoteles que se acumulan a su alrededor y su animada vida nocturna, hay otra Lloret. Una Lloret que merece la pena descubrir.
- LA LLORET DE LOS INDIANOS
A ambos lados del Paseo de Jacint Verdaguer (en esta foto) se pueden ver dos ejemplos de arquitectura indiana como son el propio Ayuntamiento (al fondo del paseo) o la Casa Garriga (en la foto de abajo). En las dos fotos siguientes podemos ver un salón y un detalle de la Casa Can Font.
La arquitectura indiana en Lloret de Mar es un legado de los emigrantes que hicieron fortuna en América y regresaron para construir impresionantes casas señoriales. Comenzó a tomar forma a mediados del siglo XVIII cuando numerosos lloretenses se aventuraron a América en busca de fortuna. Estos “americanos”, como se les conocía localmente, invirtieron parte de su riqueza en la construcción de espléndidas residencias, que mezclaban estilos europeos con influencias coloniales, para demostrar su poderío económico.
Las calles del centro histórico albergan varias de estas construcciones, entre ellas, la Casa Garriga, que actualmente alberga el interesante Museo del Mar.
Otro de los ejemplos más notables es la Casa Can Font, construida en 1878 por encargo de Nicolau Font i Maig, un indiano que prosperó en Cuba. Esta casa fue adquirida por el ayuntamiento en 1981 y hoy es una casa-museo que recrea cómo era la vida de estos indianos.
Otra edificación destacada es el propio Ayuntamiento, construido en 1872 en estilo neoclásico, obra de los arquitectos Marí Sureda y Félix de Azúa.
Desde ahí precisamente, empieza el Paseo de Jacint Verdaguer, un bulevar creado durante esa época a lo largo del cual se repartían las casas indianas más lujosas de la ciudad pero que, por desgracia, se han perdido en su mayoría.
- SU CEMENTERIO MODERNISTA
El cementerio modernista de Lloret de Mar es uno de los mejores ejemplos de arte fúnebre en Cataluña. Inaugurado en 1901, fue construido gracias al mecenazgo de familias indianas que buscaban mostrar su opulencia a través de elaborados panteones diseñados por reconocidos arquitectos como Josep Puig i Cadafalch o Antoni M. Gallissà. Este cementerio, declarado Bien de Interés Cultural, es parte de la Ruta Europea de Cementerios y ofrece una impresionante colección de esculturas y mausoleos que combinan simbolismo y arte modernista.
Conociendo la “rica” flora local
La empresa Naturalwalks ofrece una experiencia única para aquellos interesados en conocer la flora local y descubrir los sabores de la Costa Brava. Su actividad estrella es un paseo tranquilo y divertido que permite a los participantes disfrutar de las tapas verdes más insólitas y naturales que la naturaleza puede ofrecer: las plantas y flores silvestres. Durante el paseo a orillas del mar, se pueden probar flores picantes, hojas saladas, tallos crujientes y raíces dulces, proporcionando una experiencia sensorial sorprendente.
- JARDINES DE SANTA CLOTILDE, ENCANTO ITALIANO CON VISTAS AL MAR
Estos jardines diseñados por Nicolau Maria Rubió i Tudurí en 1927, son un refugio de tranquilidad situado sobre un acantilado con vistas espectaculares al mar.
Los jardines fueron encargados por el marqués de Roviralta en 1919 y se construyeron en terrenos que anteriormente eran viñedos. Nicolau Maria Rubió i Tudurí fue el encargado de diseñar estos jardines siguiendo los principios del movimiento noucentista, que buscaba recuperar las formas clásicas y la armonía con la naturaleza.
Las partes del jardín están estructuradas en terrazas que descienden suavemente hacia el mar, integrando una variedad de especies de plantas mediterráneas con pequeños estanques y esculturas.
Destaca la Escala de les Sirenes, una escalinata decorada con esculturas de sirenas que desciende desde la terraza principal de la casa.
Uno de los puntos más atractivos de los jardines es la mansión original, de propiedad privada, que cuenta con arcos semicirculares en la planta baja, una gran terraza y una torre de tres pisos. En la fachada sur de la torre, se encuentra un panel de azulejos pintados dedicados a Santa Clotilde, que data de 1930.
El Daiquiri y su relación con Lloret de Mar
El daiquirí, uno de los cócteles más emblemáticos del mundo, tiene una conexión especial con Lloret de Mar gracias a Constantí Ribalaigua, también conocido como Constante.
Nacido en Lloret de Mar en 1888, Ribalaigua emigró a Cuba a una temprana edad y se estableció en La Habana, donde trabajó en el bar El Floridita, que más tarde compró y convirtió en un icónico punto de encuentro para bohemios e intelectuales, incluidos Ernest Hemingway y otros personajes históricos.
Ribalaigua no invento el daiquirí, pero si lo perfeccionó y lo popularizó en su forma moderna. Su versión más famosa, el “Daiquirí Nº 4”, se caracteriza por su mezcla de hielo frappé, jugo de limón, azúcar y ron. Además, Ribalaigua creó el “Papa Doble” específicamente para Hemingway, adaptando la receta del daiquirí a los gustos del escritor, quien prefería una versión menos dulce y con doble de ron debido a su diabetes.
La relación de Ribalaigua con Lloret de Mar se mantiene viva a través de varias iniciativas, como la Daiquiri Academy, donde se enseña sobre la historia y evolución del daiquirí y se celebra su legado.
- PASEO DE RONDA, UNA INMERSIÓN EN LA AUTÉNTICA COSTA BRAVA
El Paseo de Ronda que atraviesa Lloret de Mar es una de las rutas costeras más impresionantes y accesibles de la Costa Brava. Este sendero histórico, que antiguamente servía para la vigilancia y protección contra ataques marítimos, ofrece hoy una experiencia única en las dos direcciones desde el centro de Lloret.
Hacia Tossa de Mar, el sendero comienza en Cala Sa Caleta, junto al castillo de Lloret, y pasa por sitios arqueológicos como el Pueblo Ibérico de Turó Rodó. La ruta es conocida por sus escaleras y desniveles, ofreciendo vistas espectaculares del Mediterráneo mientras serpentea a través de acantilados y calas escondidas. Aunque puede llegar a ser exigente en algunos tramos, la recompensa visual lo compensa.
El recorrido de unos ocho kilómetros hacia Blanes, pasa por varios puntos de interés, incluyendo el Monumento a la Dona Marinera, la Cala Banys, el Castillo de Sant Joan, pasa por debajo de los Jardines de Santa Clotilde y la Ermita de Santa Cristina para terminar en la vecina localidad de Blanes.
El sendero está bien señalizado con marcas blancas y rojas (GR92) y cuenta con señalización vertical y horizontal adecuada. Se recomienda llevar calzado adecuado para senderismo, protector solar, agua y algún snack. El camino puede ser exigente en algunos tramos, especialmente en días calurosos.
- LAS PLAYAS (ESCONDIDAS) DE LLORET DE MAR
La playa principal de Lloret es un arenal fantástico de varios kilómetros que cuenta con todos los servicios y comodidades. Pero Lloret de Mar ofrece también opciones más tranquilas y menos conocidas en sus más de siete kilómetros de costa.
La Playa de Canyelles, menos concurrida que la playa principal, es ideal para disfrutar de un día relajado al sol y cuenta con algunos restaurantes de moda como el precioso Gammarus Beach Club, ideal para comer o disfrutar del atardecer. Esta playa es también perfecta para actividades como el snorkel y de su pequeño puerto salen muchas actividades acuáticas como los paseos en kayak.
Al otro lado de Lloret, la Playa de Fenals es la favorita de los locales con sus aguas cristalinas y su arena dorada. Su ubicación algo más apartada consigue que esté algo menos concurrida, pero sigue teniendo en sus alrededores toda clase de tiendas, restaurantes y chiringuitos.
Más apartada aún y mucho más integrada en la naturaleza encontramos la Playa de Santa Cristina y su hermana la Cala Treumal, que descansan tranquila bajo la atenta mirada de la pequeña y coqueta Ermita de Santa Cristina. Esta iglesia es una de las más antiguas de Lloret y destaca por su altar elaborado con mármol italiano y por su colección de barcos en miniatura, que se entregaban a la iglesia para pedir ayuda en las peligrosas travesías a las Américas.
Texto y fotografías: Christian Rojo
DESCUBRIR.COM

Reportatge al Diari Ara de Mariona Ferrer i Fornells. “Viatge al Lloret autèntic (i sorprenent) que la majoria de catalans desconeixem”. 24 juliol 2024. Enllaç: https://www.ara.cat/girona/viatge-lloret-autentic-sorprenent-majoria-catalans-desconeixem_130_5098519.html

LLORET DE MAR (SELVA). Just a l’inici de la temporada d’estiu, a principis de maig, el meu company i jo vam decidir fer una escapada de cap de setmana –sense nens– a un destí atípic per a la majoria de catalans: Lloret de Mar. Vivim a Girona ciutat i els amics ens preguntaven: a un hotel per a guiris, d’aquests de bufet tot inclòs? Doncs sí, vam fer una experiència totalment immersiva –i baratíssima– a la platja de Fenals, convertida en una petita Ucraïna amb l’obertura de tot de negocis per part dels més de 1.500 refugiats de guerra arribats fa dos anys i mig. I hem de dir que en vam tornar contentíssims i, sobretot, sorpresos: més enllà dels quatre carrers carregats de botigues de souvenirs antiquats i de discoteques, vam descobrir un patrimoni i una porta d’entrada a la Costa Brava preciosa a la qual molts catalans, carregats de tòpics, hem girat l’esquena.
Us mentiria si no us expliqués abans d’on ve el meu particular enamorament amb Lloret de Mar. La meva iaia materna, Maria Sala Quintana, hi passava els estius de jove, abans del gran boom del turisme i que el municipi es convertís en el primer destí de sol i platja pel que fa al volum de places d’hotel –n’hi ha més de 120–. No hi anava perquè hi hagués nascut ni perquè vingués d’una família benestant amb segona residència arran de mar. Ella era la criada de les Guetes: dues germanes solteres que vivien a l’hivern a Girona. Encara surten a l’àlbum de fotos familiar menjant una xicra de xocolata amb ensaïmada per esmorzar el dia del casament amb el meu avi (es van casar a les 8 del matí i no hi havia diners per a més). Poc sabia jo de la seva història tret que la casa on estiuejaven era l’única propietat indiana que quedava dreta a primera línia de la platja de Lloret. I quina casa!
Les germanes Garriga, anomenades ‘Guetes’, durant el casament entre Maria Sala –havia estat la seva criada– i Josep Fornells el 1953.
Can Garriga
Parlem de Can Garriga, un edifici cantoner de tres plantes i terrassa construït el 1887 al costat dret del passeig Jacint Verdaguer, una rambla de terra vermella envoltada de palmeres –i amb una reproducció de la font de Canaletes–, que acaba a l’ajuntament de Lloret de Mar. Les dues germanes Garriga, nascudes a Cuba, van morir amb només un mes i mig de diferència. Mai havien tingut fills i a la nostra família deduïm que la meva àvia les anomenava Guetes com a diminutiu de Garriguetes. Llavors la casa va passar a mans del consistori, que el 2007 va obrir-hi el Museu del Mar. Visitar-lo permet entendre la història i brutal transformació del municipi: de ser un poblet d’interior de “pobres de solemnitat” que es dedicaven a l’agricultura, a convertir-se en un nucli que rep més d’1,3 milions de visitants l’any però encara amb una de les rendes per càpita més baixes de Catalunya.
Entrada de Can Garriga, dels pocs llocs on es conserva el terra original i es parla de la família.
Potser una de les imatges que més encarna aquest canvi durant el segle XX és que la meva àvia rentava la roba al pati de la casa que donava al mar. “Llavors era la part més humil, es vivia d’esquena al mar”, explica la guia Ana Peña. Sense anar gaire lluny, la Maria Sala Quintana, que havia nascut a Moncalt, a tocar de Canet d’Adri, i que es va quedar sense pares durant la Guerra Civil –la mare va morir i el pare va exiliar-se a França– i va haver de guanyar-se la vida servint amb només set anys, no sabia nadar.
Can Font
Fer una visita guiada pel Museu del Mar comporta, de cop, canviar-me les ulleres –de sol– amb què metafòricament passejo per Lloret. Us semblarà estrany, però de cop deixes de veure guiris socarrimats i comences a imaginar la joia que devia ser abans del desarrollismo dels 60, en què els mateixos fills i nets d’indians van vendre’s les propietats arran de mar per fer-hi grans hotels. En queden pocs exemples, però si destries el gra de la palla es mantenen. O potser no sabíeu que a Lloret hi ha l’única casa indiana pública i encara visitable tal com era de Catalunya? Amagada entre els carrerons estrets del casc antic, fora de la primera línia de mar, Can Font va convertir-se també el 1877 en un dels primers edificis que van tenir llum elèctrica al municipi. I més excepcional encara, a tenir un bany de visitants a la planta baixa que va fer servir Jacint Verdaguer, que va allotjar-se un temps a la casa.
Interior de Can Font, amb mobiliari conservat de Can Garriga.
El lavabo principal de Can Font, molt avançat per a l’època.
Sant Pere del Bosc, reconvertit en hotel i situat a l’interior de Lloret.
Amb només 14 anys, Nicolau Font va marxar a Cuba i va tornar-ne ric el 1867. On havia nascut, una casa molt humil, va erigir-hi l’edifici que ara es pot visitar només si es demana amb temps. Era la condició per ser un indiano de veritat: haver nascut molt pobre, fer les Amèriques i tornar carregat d’una fortuna que, en el seu cas, li va permetre comprar la finca del santuari de Sant Pere del Bosc, situat en una zona boscosa de l’interior de Lloret i avui en dia convertit en hotel de cinc estrelles.
La festa major
Però no cal tirar només de nostàlgia per reviure el Lloret més autèntic. Cada 24 de juliol, els lloretencs es fan un homenatge en plena temporada turística. És Santa Cristina, patrona de la ciutat. I la seva festa, que inclou una gran regata i una processó pel mar, un esmorzar estofat i una dansa única amb més de 500 anys d’història, s’ha preservat de les hordes de turistes. “És el millor dia de l’any enmig de la voràgine de la temporada, un veritable oasi d’autenticitat que, a més, s’ha anat recuperant”. Qui ho explica és Àlex Giral, periodista lloretenc, ballador de la festa el 2019 i vogador. Quan en parla li surt un orgull de pertinença com pocs del barri dels Pescadors. Un barri que, curiosament, actualment no està arran de platja: el 1963 va canviar d’ubicació per donar pas als turistes arran de mar. Però encara es conserven les barques –la majoria amb finalitats lúdiques o abandonades– a la platja de Sa Caleta, on s’arriba en línia recta baixant un carrer.
S’Amorra Amorra
Avui, festivitat de Santa Cristina, Giral s’ha llevat ben d’hora per participar a s’Amorra Amorra. L’esdeveniment comença a les 7.30 h del matí amb una processó des de l’església parroquial de Sant Romà amb la imatge de santa Cristina i d’altres figures de Lloret, com sant Elm, que Giral transporta enguany fins a la platja, on després pujarà a la barca capitana amb les obreres i els balladors, que s’encarregaran al vespre d’escenificar la dansa de ses Almorratxes davant de l’ajuntament de Lloret, a l’altra punt del passeig Verdaguer, que l’uneix amb Can Garriga. A aquestes alçades ja deveu portar un empatx de noms propis lloretencs, des de s’Amorra Amorra fins a les obreres, passant per la barca capitana i les almorratxes.
Església parroquial de Sant Romà
Anem a pams. Si no heu visitat mai el casc antic de Lloret us endureu un ensurt: l’església que sobresurt és una mostra increïble de modernisme. Sobretot les capelles laterals, la rectoria i les antigues escoles del costat. Són obra de l’arquitecte barceloní Bonaventura Conill i Montobbio, deixeble d’Antoni Gaudí i amb avis lloretencs, que va convertir l’església parroquial de Sant Romà en una joia arquitectònica gràcies als diners dels indians. Durant la Guerra Civil, però, se’n va destruir el pòrtic. És d’on cada matí del 24 de juliol surt la processó amb santa Cristina fins a la platja, acompanyada del bisbe de Girona, desenes de vogadors amb vestit tradicional que participaran a la regata –tots amb estandards– i també autoritats com el president del Parlament, Josep Rull, un altre enamorat de Lloret.
s’Amorra Amorra.
Ermita de Santa Cristina
Una altra sorpresa: sabíeu que a Lloret de Mar hi ha fins a vuit clubs de rem? I que les entrades anticipades per acompanyar amb vaixells turístics la regata i processó de Santa Cristina s’exhaureixen en només 40 minuts? El S’amorra amorra deixa empremta als lloretencs des de ben petits. Porta per nom el crit de guerra que feia abans el públic des de la sorra per veure quin llagut s’amorrava abans a la sorra i guanyava la competició. Giral remava abans amb el Club Rem Pescadors, el del seu barri, que llavors competia amb duresa contra el Club Rem de l’Obreria de Santa Cristina. Ara rema amb Es Vano, el que antigament era l’únic club exclusivament femení del municipi. Tots ells participen a la regata, que surt des de la platja principal de Lloret i va fins a l’ermita de Santa Cristina, situada en un dels únics paratges gairebé verges d’aquesta zona del litoral on es pot entrar de forma lliure i gratuïta.
Això és gràcies a l’Obreria de Santa Cristina, creada a principis dels segle XX i que, a fi de protegir l’ermita situada al damunt de la platja amb el mateix nom, on hi ha les instal·lacions de l’hotel de luxe Santa Marta, va anar comprant terrenys boscosos tot al voltant fins a tenir actualment una finca de 10 hectàrees a recer de “l’especulació urbanística”. M’ho explica Jordi Roca, que des del 1980 és soci obrer de l’ermita i un altre entusiasta lloretenc. “Aquest poble el patim dos mesos però en gaudim deu mesos”, assegura.
Quan arriba la processó de Santa Cristina, es rep la comitiva amb un estofat multitudinari de carn i patates que es menja des del balcó al damunt del mar de la plaça del Pi. És un arbre amb cinc segles d’història que ja va immortalitzar Joaquim Sorolla en una de les seves estampes tradicionals de la Costa Brava. A dins l’ermita, tot d’exvots de rèpliques de vaixells que van salpar a les Amèriques són el testimoni del boom econòmic i de població que va viure Lloret al segle XIX.
La dansa de ses Almorratxes
La gran dia estival dels lloretencs es tanca amb una altra tradició única: el ball de plaça. Ja al vespre, quatre parelles de nois i noies ballen la dansa de ses Almorratxes. La primera referència al ball data de finals del segle XVI, però els historiadors creuen que ja feia dècades que es ballava. La peça narra la història d’una noia cristiana que rebutja un pretendent musulmà. Com a símbol, al final del ball les noies llancen a terra una almorratxa, un càntir virtuós fet de vidre que conté aigua perfumada amb flors al damunt. Només poden participar-hi a hores d’ara noies que escriguin amb insistència a l’Obreria de Santa Cristina per ballar-hi. Després, convidaran un noi perquè les acompanyi. El 2019 va ser Giral, que ja ballava des de ben petit. Però igualment es va entrenar cada dia durant tot el mes de juliol.
Una tradició autèntica lloretenca que es manté tot i la transformació del municipi i que busca continuar vivint a recer d’un turisme que normalment ja visita altres joies de Lloret: des del camí de ronda entre Fenals i la platja principal, que passa per l’exòtica cala Banys, fins als penya-segats de Can Juncadella, passant pels jardins de Santa Clotilde, el castell neogòtic d’en Plaja –ara reconvertit en un museu amb una experiència virtual sobre el canvi climàtic–, el cementiri modernista i l’oasi de cala Canyelles.